Texto de Hristos Politis-Primeras reflexiones en torno de mi encarcelamiento

“Golpeen.
Gran es el precio del dolor.
No mostréis compasión ninguna.
Cada momento nos va a recordar qué es
Lo justo y lo injusto,
El ser humano y la bestia,
El crimen y el deber.”
Alexandros Panagoulis

Esta carta no es un posicionamiento político al respecto de la operación antiterrorista que empezó el 4 de diciembre de 2010, sino más bien primera interpretación política de mi encarcelamiento, de lo que significa y de los objetivos que se propone.
Es un hecho que estoy en cárcel justo por ser anarquista. Porque desde hace 15 años sigo siendo activo en ese sector político radical. Una lectura de sumario legal, pero también la cínica declaración del jefe de la Policía griega, el que dijo que me detuvieron justo porque fui dejado en libertad por el caso de Tribunal*, lo demuestran con toda claridad. Me encuentro encerrado por,-y lo estoy muy convencido-, nuestras reacciones después de la muerte de Christoforos Marinos en 1996, por las barricadas en frente de las universidades  en 1998, por demostraciones contra la guerra en 1999, por las protestas contra el cumbre de líderes europeos en Tesalónica en 2003, por las protestas estudiantiles de 2006-07, por nuestra solidaridad con las luchas de presos y en general la solidaridad con todos los presos que no agachan sus cabezas, por la revuelta del Diciembre, por…por…Sí, porque estuvimos presentes por todos lados, con nuestras fuerzas a veces grandes a veces pequeñas, allí donde nada parecía seguro y donde la entropía social otra y otra vez nos daba sentido a nuestras vidas y ímpetu a nuestras luchas.
El 4 de diciembre los policías de brigada Delta y de sección antiterrorista nos retuvieron a mí y a un amigo y compañero mío, Kostas Barlis, fuera de una cafetería en Eksarhia y nos llevaron a la Comisaria Central. Mi amigo fue soltado en libertad después de más o menos 16 horas. 26 horas después de la retención me fue entregado el orden de arresto. Y luego empezó la locura. Porque si durante el último periodo hemos visto toda una serie de casos de criminalización de las relaciones de amistad y de compañeros, en mi caso no son capaces de implorar siquiera algo parecido. Estoy en la cárcel por un caso en el cual ni siquiera conozco a los otros acusados. Ningún testigo me ha reconocido, ningún policía sostiene que yo tuviese algún encuentro con cualquiera de los otros acusados, en ninguna de las grabaciones de escuchas de llamadas telefónicas realizadas entre los otros acusados fue mencionado mi nombre, y en lo que se refiere al registro que hicieron de mi casa, único que vale la pena mencionar es que robaron a mi maquinita de afeitar, por tanto la prueba de mi ADN (tengo que señalar que esa no aparece en la lista de cosas confiscadas). No obstante, según la sección antiterrorista la primera prueba “incriminatoria” es el hecho que por la tarde del 24 de noviembre me vieron en Pireas, en una calle paralela a la calle Praksitelous. ¿Y que si en la calle Iroon Politehniou, pues tres cuadras de Praksitelous está el despacho de mi abogado? ¿Y que si esa tarde, así un par de días antes de presentarme ante la jueza de instrucción, me pasé por allí? La segunda prueba “inquebrantable” es que me bebí una bebida en Eksarhia, en el barrio en que cada día me estoy cruzando con decenas de personas, y lo bebí con “un hombre desconocido” que, según la sección antiterrorista, un poco antes ha comido souvlaki en compañía de uno de los otros acusados. Que cada uno saque sus conclusiones. Naturalmente, durante toda esta semana que pasé en la planta antiterrorista, estaba aislado en una celda 1 por 3 metros sin ventana y con la luz siempre encendida. Luego llegó la, decida con anterioridad, decisión de ponerme en la cárcel preventiva y, desde luego, en esa de Grevena. La cárcel de Grevena es de alta seguridad, destinada a gente con condenas largas y no a los en espera del juicio, además está a 500 km de Atenas, lo que hace cualquier comunicación con amigos, compañeros, familiares y abogados casi imposible.
Los dos casos penales en contra de mi persona, ambos con cargos graves y abiertos dentro de apenas dos semanas, no tienen porque confundir y ser considerados solamente como un continuo intento de meterme en el régimen de un sofocante control. Al contrario: todo ese escenario exterminador está en el corazón de la moderna política represiva. En el corazón de un proyecto llevado en muchos niveles, un proyecto que tiene como objetivo intimidar y disciplinar a los nuevos “sectores peligrosos” y eliminar a cada enemigo político del régimen. Es decir, pretende a mostrar los proyectos de espontaneidad, de acción directa, de solidaridad y de lucha por recuperación de la vida como inútiles, como algo en vano. Además, intenta socavar al potencial anarquista y antiautoritario de los procesos sociales. Para que los hechos como la recién huelga general de 15 de diciembre y protestas combativas que la acompañaron duren un solo día, para subestimar la resistencia y desdeñar a los que luchan, para que Keratea sea nada más que “una zona un poco fuera de Atenas”, para que el Diciembre sea olvidado y luego simplemente festejado como los aniversarios de Politécnica. Y para establecer el reino de la muerte y del orden, para imponer como victorioso el ataque del mundo capitalista, se tiene que multiplicar el número de los que están en punto de mira del régimen. El espectro penal sea ampliado y los conceptos legales se hincharán teniendo ya como su carácter fijo una intencionada imprecisión y vaguedad. Perderán el último trazo de su importancia o quizás más bien se llenarán totalmente de significado, cuando sea declarado el estado de excepción. Sin escrúpulos, los jueces de instrucción y fiscales, continuamente muestran que su única preocupación es golpear al enemigo interno. Y después vendrá el turno de la monotonía de las instituciones penitenciarias y la limpia y cruda violencia del encierro.
Los montajes judiciales y persecuciones penales tendenciosas que están basadas en los guiones y las obsesiones de la sección antiterrorista se parecen a bombas de dispersión. Tienen como objetivo golpear a un gran radio en su alrededor, destruir un terreno más amplio. Ese caso penal no tiene que ver solo con mi persona. Quiere asustar a todos. Para que tuviéramos cuidado con quien hablamos. Con quien pegamos carteles. Con quien sacamos publicaciones. A lado de quien marchamos en las manifestaciones. Con quien conversamos y intercambiamos opiniones en las charlas. Y, naturalmente, qué lugares frecuentamos. Todo eso para empapar a nuestra cotidianidad con desconfianza y miedo. Los empleados de la Triada (FMI, Comisión Europea y Banco Europeo Central) nos ofrecen generosamente la fija “coartada” de obediencia, una provisional seguridad y la falsa certidumbre de la sumisión. Porque quien va a cuestionar, sin hacerse totalmente ridículo, que si hubiéramos sido satisfechos con ya muy poco, si hubiéramos sido anarquistas solo hasta edad de 18 años, si nos hubiéramos sentido “aliviados” después de firmar la memorándum, si hubiéramos odiado a los inmigrantes, si nos hubiéramos indignado con los encapuchados, si hubiéramos tenido miedo a los “terroristas , pues entonces ninguna de “las consecuencias de la represión” tuviese lugar, ni en mi caso ni en muchos otros casos de los que resisten…
Pero la lucha no va a retroceder. El régimen y sus diferentes dignitarios no van a sentir ni alegría ni alivio. Nosotros estamos a lado de los anarquistas presos, a lado de los presos en lucha. Hasta su liberación. Continuamente contribuimos a la formación, teorética y organizativa, de nuestra clase y desarrollamos el necesario planteamiento estratégico para lograr su victoria.
Levantémonos. Y haremos un piso adelante. Por el contraataque social y de clase. Por el asalto proletario al cielo.

Postdata. Como me lo dijo una vez un buen compañero: “Paciencia. Fuerza. Fe en la Causa. Tenemos razón. Eso es.” Estas palabras serán mi guía en esos, realmente difíciles, momentos.

Christos Politis
Cárcel de Grevena
16 de diciembre de 2010

*Al mediodía del 22 de mayo de 2008, cuando me dirigía a recoger mi motocicleta aparcada cerca de la estación del metro “Panormou”, me retuvieron y llevaron a la Comisaría Central, y una vez allí me hicieron varias preguntas sobre dónde estaba la noche anterior. A cabo de algunas horas me dejaron ir. La noche anterior se realizó un ataque incendiario contra los vehículos estacionados dentro del recinto del Tribunal de Apelaciones de Atenas. A partir de esta fecha empezaron de aparecer artículos en la prensa basados en guiones policiales, que me correlacionaban al inicio con ese incendio y luego me iban presentando como “alguien que pertenece a varias organizaciones y tomó parte en varios ataques”, además muchas veces atribuyéndome un “papel importante”. Desde luego en noviembre de 2010, llegaron hasta al punto de afirmar en la TV que se emitió el orden de mi captura, algo que no ocurrió en realidad. Al mismo tiempo, durante largos periodos estaba bajo evidente seguimiento policial. Como culminación, a cabo de 2 años y media fui citado para declarar como acusado en el caso de Tribunal. Efectivamente, el 2 de diciembre de 2010 me presenté ante la Jueza de Instrucción, la cual me dejó libre (¡por 2 días!).

Carta de Panagiotis Giannos

Jueves, el 7 de octubre de 2010, hora 20:40. Después de ser perseguido más o menos 1 kilometro en la moto por cuatro maderos de la brigada DI.AS. y por meterme equívocamente en un callejón sin salida fui inmovilizado, retenido y llevado a la cercana comisaría de la zona Bournazi de barrio Peristeri para la identificación, puesto que el procedimiento de comprobar mis datos era imposible en la calle por la lluvia. En la comisaría durante el chequeo corporal encontraron un artefacto incendiario que tenía encima.
El teatro que llegó luego es ya conocido: amenazas, consejos e intentos de “hablarlo como amigos” por parte de los maderos de barrio de distintos rangos que resultaron  estar de guardia en aquel momento. Todo esto hasta las 23:00 cuando me trasladaron a la Comisaría Central, la planta 6. Casi de inmediato fui llevado al despacho del jefe de este servicio (Seguridad General), el cual junto con un otro oficial de alto rango directamente me propusieron la colaboración: si les prometo de chivatear me soltaran ahora y se olvidarán de los cargos. Después de que recibieron la respuesta que se merecían dejaron de hablarme y el trato que recibí a partir de ese momento se hizo más “bruto”. Luego, en presencia del fiscal, unos 20 secretas se lanzaron a registrar la casa donde vivo con mis padres, tanto dentro como el patio y alrededores. Finalmente, hemos llegado de nuevo a la Central y entonces, era 02:10 de la madrugada, me informaron que estoy bajo arresto. Puedo añadir que durante todo esto tiempo fui esposado por detrás, aislado y sin poder comunicarme con nadie y a pesar de preguntarles una y otra vez no me dijeron que pasaría conmigo. Por fin, a las 04:00 me permitieron hablar con el abogado. Permanecí encerrado en los calabozos de la planta 7 hasta el mediodía del lunes de 11 de octubre, cuando fui, acompañado por un montón de secretas y antiterroristas, llevado a los juzgados para declarar ante el juez de guardia y el fiscal. Los dos tuvieron un desacuerdo entre ellos sobre si meterme en la cárcel preventiva o no, por esto me soltaron en libertad provisional y remitieron mi caso al consejo de jueces. Bastante tiempo después este consejo decidió: “prisión preventiva por ser peligro para seguridad pública”. El 17 de noviembre fui llevado a cárcel de Koridallos, dónde estoy ahora.
No tengo duda ninguna al respecto de lo que llevó los jueces a esa decisión. No fue la cuestión de la de pruebas(o su falta), sino mi largo recorrido en el ámbito antiautoriario, mis actividades conocidas por los maderos desde años. Desde el movimiento escolar que en 1998 ocupaba las escuelas protestando contra el atontamiento educativo y desde la marcha de 17 de noviembre del mismo año hasta el día de hoy, pues hasta los tiempos de los bienes materiales caros y los ideales baratos, tomé  parte en la mayoría de los momentos importantes de la lucha social. Desde luego que esas actividades causaron bastantes retenciones en Comisaría Central, algunas “por casualidad” otras menos, una vez hasta  me llevaron de mi casa. Todo esto combinado con mi “pequeño defecto” de frecuentar todos esos años el barrio de Eksarhia, además la “coincidencia” de la histeria anti-terrorista que reina hoy en día, cumplieron todas las condiciones previas para perseguirme penalmente a base de un nuevo cargo adicional, el instrumento legal que criminaliza a las ideas políticas y relaciones de amistad con una venganza que sólo la escoria inhumana es capaz de legitimizar y aplicar.

Todo esto podría ya ser un análisis suficiente para explicar las razones por las cuales fui encarcelado, pero en mi opinión la cuestión esencial de mi caso es diferente. Las tonterías legales hablan el idioma del Dominio, que tiene como propósito sojuzgar el discurso radical a un nivel más bajo, empujarle lejos de su sitio para de esta manera desactivarlo, así dejando a su “presa” para que la analice algún “especialista”, de su modo esterilizado, La perversión científica de la Justicia tras imponer las reglas que tienen como  objetivo definir y especificar la personalidad del individuo y/o sus actos, está condenando la dialéctica subjetiva a la mezquindad de ya ha mencionado el idioma del Dominio, el cual por su definición excluye y elimina cualquier cosa ajena o extraña a su terminología como algo “demasiado insignificante para mencionar”. Teniendo en cuenta esta idea, la cual desde siempre consideraba como algo no negociable, más adelante no voy a referirme a la parte legal del caso ni tampoco voy a utilizar los términos como “inocente”, “culpable”, “montaje” y otros que podrían dejar un espacio para que la palabra del Poder se afirmaría a sí misma tras imponerse sobre mi propia palabra. Reivindico activamente y mantendré hasta el fin mi propia base de valores según las cuales me posiciono como uno que lucha y no como alguien que trasgredió a algunos parágrafos de las imprescindibles reglas de comportamiento impuestas desde arriba que se llaman Código Penal. No acepto que nadie me juzgue con cualquier Derecho que no será dictado por el largo combate revolucionario, y eso no es otra cosa que la razón de la Lucha contra la gangrena capitalista, la razón de todos aquellos que, cada uno a su manera, contribuyen a la destrucción de la subyugación autoritaria y actúan en favor de la emancipación popular. A consecuencia de esto me considero a mi mismo como un preso político, y esto no es para disociarme de los “criminales” sino porque desde mi punto de vista me encuentro aquí donde estoy por mis decisiones políticas y tácticas, que son conscientemente hostiles hacia  mi enemigo mortal, el régimen. Al mismo tiempo estoy pagando las consecuencias de un error que cometí (lo que han entendido bastante bien, a los que tengo el placer de considerar mis compañeros y estos poquísimos que me alegra que me consideren su amigo), sobre el cual no me gustaría divulgar más.
En lo que se refiere al clima represivo general de esta época, es más que cierto que el estado está preparando sus defensas a la vista de la creciente rabia popular provocada por una fuerte opresión, sobretodo al nivel económico, que golpea a cada vez más grandes sectores sociales, y el mejor campo para probar los métodos represivos es el ámbito antiautoritario. Además, las experiencias del pasado han mostrado que justo allí se esconde el verdadero “peligro” capaz de crear unas situaciones literalmente subversivas. Por otro lado, este hecho no debe ser un motivo para inactividad o un potro desde el cual los rebeldes empiecen una campaña de victimización y derrotismo. Ahora más que nunca se requiere a una reorganización para crear un frente de ataque indivisible y capaz de golpear el edificio podrido del Orden que tiraniza  nuestra cotidianeidad. La Lucha siempre sigue, también desde las celdas, cada uno y una desde su baluarte puede contribuir a ella. La Calle será siempre allí donde se amasan las ideas subversivas y sobretodo el lugar donde esas se reflejan de una manera liberadora en las vivencias de cada uno y una. Sin embargo, también la cárcel puede ser el punto de una,-bajo sus condiciones particulares-resistencia, adonde uno preserva su Dignidad oponiéndose a la barbaridad del encierro.

Declaro mi solidaridad con cada auto-organizado y colectivo proyecto del apoyo de los compañerxs presxs, como la Caja de Solidaridad con Presxs en Lucha y la Asamblea de Solidaridad, y también con cada grupo o individuo que con su práctica y su discurso desea expresar su solidaridad, sea de la manera que sea que elige para hacerlo, a única condición de que su postura no será hostil hacía el núcleo teórico general de los antiautoritarios procesos revolucionarios.
Saludos combativos desde las celdas de la Democracia

Panagiotis Giannos

Modulo D de cárcel Koridallos

19 de noviembre de 2010