Carta de Panagiotis Giannos

Jueves, el 7 de octubre de 2010, hora 20:40. Después de ser perseguido más o menos 1 kilometro en la moto por cuatro maderos de la brigada DI.AS. y por meterme equívocamente en un callejón sin salida fui inmovilizado, retenido y llevado a la cercana comisaría de la zona Bournazi de barrio Peristeri para la identificación, puesto que el procedimiento de comprobar mis datos era imposible en la calle por la lluvia. En la comisaría durante el chequeo corporal encontraron un artefacto incendiario que tenía encima.
El teatro que llegó luego es ya conocido: amenazas, consejos e intentos de “hablarlo como amigos” por parte de los maderos de barrio de distintos rangos que resultaron  estar de guardia en aquel momento. Todo esto hasta las 23:00 cuando me trasladaron a la Comisaría Central, la planta 6. Casi de inmediato fui llevado al despacho del jefe de este servicio (Seguridad General), el cual junto con un otro oficial de alto rango directamente me propusieron la colaboración: si les prometo de chivatear me soltaran ahora y se olvidarán de los cargos. Después de que recibieron la respuesta que se merecían dejaron de hablarme y el trato que recibí a partir de ese momento se hizo más “bruto”. Luego, en presencia del fiscal, unos 20 secretas se lanzaron a registrar la casa donde vivo con mis padres, tanto dentro como el patio y alrededores. Finalmente, hemos llegado de nuevo a la Central y entonces, era 02:10 de la madrugada, me informaron que estoy bajo arresto. Puedo añadir que durante todo esto tiempo fui esposado por detrás, aislado y sin poder comunicarme con nadie y a pesar de preguntarles una y otra vez no me dijeron que pasaría conmigo. Por fin, a las 04:00 me permitieron hablar con el abogado. Permanecí encerrado en los calabozos de la planta 7 hasta el mediodía del lunes de 11 de octubre, cuando fui, acompañado por un montón de secretas y antiterroristas, llevado a los juzgados para declarar ante el juez de guardia y el fiscal. Los dos tuvieron un desacuerdo entre ellos sobre si meterme en la cárcel preventiva o no, por esto me soltaron en libertad provisional y remitieron mi caso al consejo de jueces. Bastante tiempo después este consejo decidió: “prisión preventiva por ser peligro para seguridad pública”. El 17 de noviembre fui llevado a cárcel de Koridallos, dónde estoy ahora.
No tengo duda ninguna al respecto de lo que llevó los jueces a esa decisión. No fue la cuestión de la de pruebas(o su falta), sino mi largo recorrido en el ámbito antiautoriario, mis actividades conocidas por los maderos desde años. Desde el movimiento escolar que en 1998 ocupaba las escuelas protestando contra el atontamiento educativo y desde la marcha de 17 de noviembre del mismo año hasta el día de hoy, pues hasta los tiempos de los bienes materiales caros y los ideales baratos, tomé  parte en la mayoría de los momentos importantes de la lucha social. Desde luego que esas actividades causaron bastantes retenciones en Comisaría Central, algunas “por casualidad” otras menos, una vez hasta  me llevaron de mi casa. Todo esto combinado con mi “pequeño defecto” de frecuentar todos esos años el barrio de Eksarhia, además la “coincidencia” de la histeria anti-terrorista que reina hoy en día, cumplieron todas las condiciones previas para perseguirme penalmente a base de un nuevo cargo adicional, el instrumento legal que criminaliza a las ideas políticas y relaciones de amistad con una venganza que sólo la escoria inhumana es capaz de legitimizar y aplicar.

Todo esto podría ya ser un análisis suficiente para explicar las razones por las cuales fui encarcelado, pero en mi opinión la cuestión esencial de mi caso es diferente. Las tonterías legales hablan el idioma del Dominio, que tiene como propósito sojuzgar el discurso radical a un nivel más bajo, empujarle lejos de su sitio para de esta manera desactivarlo, así dejando a su “presa” para que la analice algún “especialista”, de su modo esterilizado, La perversión científica de la Justicia tras imponer las reglas que tienen como  objetivo definir y especificar la personalidad del individuo y/o sus actos, está condenando la dialéctica subjetiva a la mezquindad de ya ha mencionado el idioma del Dominio, el cual por su definición excluye y elimina cualquier cosa ajena o extraña a su terminología como algo “demasiado insignificante para mencionar”. Teniendo en cuenta esta idea, la cual desde siempre consideraba como algo no negociable, más adelante no voy a referirme a la parte legal del caso ni tampoco voy a utilizar los términos como “inocente”, “culpable”, “montaje” y otros que podrían dejar un espacio para que la palabra del Poder se afirmaría a sí misma tras imponerse sobre mi propia palabra. Reivindico activamente y mantendré hasta el fin mi propia base de valores según las cuales me posiciono como uno que lucha y no como alguien que trasgredió a algunos parágrafos de las imprescindibles reglas de comportamiento impuestas desde arriba que se llaman Código Penal. No acepto que nadie me juzgue con cualquier Derecho que no será dictado por el largo combate revolucionario, y eso no es otra cosa que la razón de la Lucha contra la gangrena capitalista, la razón de todos aquellos que, cada uno a su manera, contribuyen a la destrucción de la subyugación autoritaria y actúan en favor de la emancipación popular. A consecuencia de esto me considero a mi mismo como un preso político, y esto no es para disociarme de los “criminales” sino porque desde mi punto de vista me encuentro aquí donde estoy por mis decisiones políticas y tácticas, que son conscientemente hostiles hacia  mi enemigo mortal, el régimen. Al mismo tiempo estoy pagando las consecuencias de un error que cometí (lo que han entendido bastante bien, a los que tengo el placer de considerar mis compañeros y estos poquísimos que me alegra que me consideren su amigo), sobre el cual no me gustaría divulgar más.
En lo que se refiere al clima represivo general de esta época, es más que cierto que el estado está preparando sus defensas a la vista de la creciente rabia popular provocada por una fuerte opresión, sobretodo al nivel económico, que golpea a cada vez más grandes sectores sociales, y el mejor campo para probar los métodos represivos es el ámbito antiautoritario. Además, las experiencias del pasado han mostrado que justo allí se esconde el verdadero “peligro” capaz de crear unas situaciones literalmente subversivas. Por otro lado, este hecho no debe ser un motivo para inactividad o un potro desde el cual los rebeldes empiecen una campaña de victimización y derrotismo. Ahora más que nunca se requiere a una reorganización para crear un frente de ataque indivisible y capaz de golpear el edificio podrido del Orden que tiraniza  nuestra cotidianeidad. La Lucha siempre sigue, también desde las celdas, cada uno y una desde su baluarte puede contribuir a ella. La Calle será siempre allí donde se amasan las ideas subversivas y sobretodo el lugar donde esas se reflejan de una manera liberadora en las vivencias de cada uno y una. Sin embargo, también la cárcel puede ser el punto de una,-bajo sus condiciones particulares-resistencia, adonde uno preserva su Dignidad oponiéndose a la barbaridad del encierro.

Declaro mi solidaridad con cada auto-organizado y colectivo proyecto del apoyo de los compañerxs presxs, como la Caja de Solidaridad con Presxs en Lucha y la Asamblea de Solidaridad, y también con cada grupo o individuo que con su práctica y su discurso desea expresar su solidaridad, sea de la manera que sea que elige para hacerlo, a única condición de que su postura no será hostil hacía el núcleo teórico general de los antiautoritarios procesos revolucionarios.
Saludos combativos desde las celdas de la Democracia

Panagiotis Giannos

Modulo D de cárcel Koridallos

19 de noviembre de 2010

Deja una respuesta