Diario carcelario (Τ.Theofilou)

15/10/2012

En la cárcel el reciclaje es casi una ciencia. Todo puede encontrar un uso alternativo en vez de ser tirado. Tarjetas de teléfono vacías sirven para rascar lo que queda pegado al recipiente metálico del horno, cajitas vacías de tahini sirven para guardar otra comida y las etiquetas de champú se usan como pegatinas. La cajita metálica de nescafe con agujeros por debajo y puesta al revés sirve para tapar el agujero del desagüe. La comida jamás se echa a perder. El pan que se quedó duro se fríe para comerlo luego crujiente y todo lo que sobra del rancho se lo cocina de nuevo, de otra manera y añadiendo salsas o condimentos según los gustos de presos. Todo puede encontrar una utilidad diferente a esa que le fue predestinada. Dentro de este cubo de basura lleno de gente ¡ funciona un laboratorio de reciclaje de mercancías! ¡Marx, Debord! La dialéctica me está ahogando.

16/10/2012

Hago una vuelta por el patio. Cada veinte metros encuentro un muro y hago un giro. Haciendo giros por el patio durante una hora más o menos. Hago dos o tres kilómetros al día y suelo escuchar la música. En ese percal tan industrial muy apropiados son los Prodigy. Hoy no estoy escuchando nada. Estoy hablando con Singh. El Hindú que tiene cadena perpetua por apuñalar a un compatriota suyo por un malentendido. Su fisiognomía es simpática y al principio no puedes creer que hizo algo de ese estilo. Sólo cuando está enfadado su cara se vuelve como alguna rabiosa deidad del hinduismo. Sus cejas forman una flecha que apunta a su nariz, mientras que sus ojos se ponen nublados. Entonces te das cuenta que efectivamente tal vez hizo algo semejante. En cualquier otro sentido es un buen tío. Amable y, comparando con como es en general este módulo, lleno de dignidad.

Caminamos dando vueltas por el patio como unos autistas. Singh me dice que cuando saldremos de la cárcel por el puro costumbre seguiremos caminando en círculo sin que habrá muros. Nos reímos. Me dice que dos o tres años de la cárcel te sientan bien pero con dieciséis te vuelves loco. “Son unos putos” me dice. También me dice que cuando le metieron cadena perpetua, el fiscal comentó irónicamente:  “no te lo tomes tan mal a eso porque después de ocho años ya tendrás tu primer permiso”. Como si los años no le marcasen para nada. A lo largo de ocho años uno ha vivido, ha hecho cosas, ha visto cosas, ha pensado, ha conocido, ha reído y se ha enfadado tanto que se vuelve una otra persona. Guarda el núcleo de su personalidad pero todo lo demás cambia. Todo eso en ocho años. Y aún más en dieciséis. Después de 16 años el que saldrá de la cárcel será otro que este que entró. Y además, más allá de ese bárbaro y medieval castigo que es el encierro de muchos años, su vida se verá destruida en todos los sentidos. Psicológicamente, espiritualmente, socialmente y económicamente. ¿Y que vamos a hacer? preguntará alguien. ¿Dejemos tranquilo a cada uno que va por allí matando? No tengo respuesta a esto. No voy a decir lo evidente, esto que si este acto fuese cometido por razones racistas, de manos de un Griego, sería considerado como una falta. Tampoco voy a hablar sobre la sociedad del Capital misma que produce tanto el crimen y el criminal como sus definiciones. No voy a dar ninguna respuesta, pero sé que cualquiera que no había estado en la cárcel aunque sea por un mes no tiene ni derecho de “preguntárselo”.

17/10/2012

–¿Hay trabajo en Bulgaria?
–¡Claro! Ahora sí que hay mucho…
–Los hay ahora por allá.
–Sí, dos mil y medio por la cabeza.
–¡Se trabaja bien allí!
–Sí, ahora es Bulgaria para Romania.
Ha durado unos pocos segundos hasta que me di cuenta que estos dos Ucranianos y un Búlgaro estaban hablando sobre “tráfico de inmigrantes”. Con un tono que no era cínico. Simplemente indiferente. Como si la mercancía a cual se referían no fueran personas sino patatas.

09/04/2013 por la mañana

Callate,  tres quintos, ponga la audición jefe de guardias, Viernes voy a firmar la suspensión, no me llegó el cheque, me puso en los jornales, me quito los jornales, dos cucharadas de café para el tal y cual, una cucharada de azúcar, voy a liarme un cigarrito, cierra, abrimos, hijo de puta maricón, una tarjeta de 4 euros, 2 paquetes de tabaco pequeños, pecho, brazos, espalda, descanso.
Gente condenada repite las mismas palabras tal vez para siempre.
Estoy buceando en la nada buscando tesoros.

La fuga de 11, el Sr. Roupakiotis y la vuelta de las cárceles en los años 90, 2/04/2013

Nuevas medidas está anunciando el señor Roupakiotis después de la éxitos a fuga colectiva de la cárcel de Trikala. Obviamente, le parece incomprensible que haya gente que reclama su libertad sin hacer regateos legales. Y no le parecen suficientes las represalias y la lógica de responsabilidad colectiva, ambas al estilo nazi, que había aplicado ordenado a las fuerzas antiterroristas de EKAM entrar en varias cárceles del país. Se trata de asaltos durante las cuales los de EKAM causaron daños a los objetos personales de presos y a las celdas mismas, mientras que en algunos casos utilizaron también la violencia como matones del peor tipo.

Nuevas medidas está divulgando el señor Roupakiotis con una ingenuidad mal sana que sólo el señor Dendias sería capaz de imitar. Una significante parte del control sobre los presos la está concediendo a las fuerzas policiales y además anuncia ¡la construcción de una “cárcel disciplinaria de super-máxima seguridad”! Por lo tanto quiere restablecer de nuevo dos cosas por la abolición de las cuales los presos lucharon y vertieron su sangre en los años 90. Y hablamos de las luchas que el mismo señor Roupakiotis, en aquel entonces en calidad de abogado y no marioneta de Troika como ahora, ha reconocido como justas.

Claro que no sorprende que el dogma “Orden y Ley” se aplica también a las cárceles. No sorprende porque las cárceles son su terreno natural y los presos su sujeto por excelencia. Sin embargo, uno tiene que ser no sólo incompetente como ministro pero también totalmente imbécil para no darse cuenta que estas medidas van a significar no tanto el fin de las fugas sin o más bien el fin de las fugas que se realizan sin verter sangre.

En pocas palabras, la vida del preso, de todos modos difícil y despojada de cualquier derecho, se verá aún más agravada con los registros de su espacio personal—la celda—por la policía entrando cuando le da la gana y resucitan do cualquier vendetta, como una primera muestra de escritura que ha sido descubierta durante esos registros vengativos que hicieron los EKAM en cárceles de Trikala y Koridallos. A todo preso que resiste contra esta humillación le esperan las cárceles disciplinarios de super-máxima seguridad, donde será privado–”restringido” según el fino lenguaje del Ministerio—de comunicación con el mundo fuera. El preso por lo tanto se que dará enteramente susceptible frente a la arbitrariedad del Estado porque si tiene una manera de oponerse a cualquier tipo de abuso del poder es haciendo pública su situación mediante esa comunicación.

Efectivamente hay veces en que la corrupción en las cárceles griegas, la corrupción del servicio penitenciario, puede abrir el camino para las fugas. Pero que aprende el señor Roupakiotis que la corrupción en las cárceles griegas ha sido una opción administrativa, una válvula de escape y no punto débil. Durante la última década los servicios penitenciarios, para guardar cierto nivel del paz social en las cárceles, eligieron la zanahoria de la corrupción en vez del látigo de tolerancia cero, y eso porque saben muy bien que las prisiones son como una caldera que está hirviendo…

Son una caldera hirviente porque ni el señor Roupakiotis ni tampoco aunque sea uno de su predecesores jamás se ocupó del tema cómo entran en la cárcel tantos y tantos miles de personas. Lo que le preocupa es cómo se fugaron los 11 presos de Trikala y otros más antes que eso. Porque nunca ha revisado porque tantas y tantas miles de personas resultan sentenciadas a unas condenas tan terriblemente severas y eso a base de pruebas que no valen ni para opinar en un bar. Que deje las cárceles disciplinarias allí donde pertenecen, es decir en el basurero de la historia, y que se ponga a tratar las problemas que realmente tienen que ver con sus competencias. Es decir con el modo en que la justicia penal se está aplicando en Grecia y como puede ser que los jueces meten condenas “ con el ojo” como si fueran midiendo simple e únicamente el bulto de unas actas de acusación, y así causando la saturación de las cárceles.

Y finalmente, que visite alguna vez un módulo y no sólo los despachos de alcaides y carceleros. Que vea como la gente vive aquí años y años interminables. Y si aún entonces dirá que él mismo no intentaría irse de allí de manera que sea, que tome las medidas que quiera.

A. Theofilou

 preso de la cárcel de Domokos

2/04/2013