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Autor: tameio
(Ελληνικά) Από την ‘απολογία’ του Γιάννη Δημητράκη τον Ιούλιο του 2007
Carta de Giannis Dimitrakis
Compañeros.
Esta letra es mi primer intento para comunicar y comentar los eventos que pasaron y mi experiencia en relación al robo del Banco Nacional de Grecia, en el centro de Atenas el 16 de Enero 2006.
Antes de hablar acerca de los eventos actuales quiero decir algunas cosas con respeto a las motivaciones que estaban detrás la decisión de hacer esta acción y el significado que tienen para mí.
Considero que hoy en día la sociedad es como un carruaje en un camino predestinado a la deshumanización total.
Nosotros somos la fuerza motriz a través de la cual este carruaje se mueve: sus caballos, pasajeros y ruedas. El conductor tiene la cara cruel del capitalismo y su copiloto es el estado vago y sin cara. El camino del carro no está hecho de pétalos rosados sino de sangre y cadáveres; cuerpos de individuos y grupos que quisieron resistir y/o cambiar este camino frenético.
Ellos son muchos: insubordinados, rebeldes, izquierdistas, anti autoritarios y anarquistas; sus nombres llenan la historia de este viaje.
Me pongo entre las dos últimas categorías.
Pues, de acuerdo con mi conciencia y visión del mundo, lo que puedo discernir fácilmente es que esta sociedad depende únicamente de la violencia, la explotación y la opresión.
Una sociedad cuyo intento es la pérdida de la dignidad humana, en todos los sentidos y significados. Esto es algo que todos experimentamos cada día: forzados en la interacción con las instituciones estatales o en nuestros lugares de trabajo, donde nuestros jefes se aprovechan de nosotros.
Empleo y trabajo: palabras que significan realmente esclavitud y postración.
El trabajo y el valor añadido son los pilares de la economía actual mientras los individuos que la cargan y las circunstancias abajo la cual esto pasa confirman que la gente está tratada como producto gastable, como esclavos en la modernidad. Vemos obreros pudriéndose por las enfermedades derivadas de la exposición a sustancias toxicas; ellos mueren de una forma u otra en el templo que está construyendo por los capitalistas; pierden sus ganas, vidas y espontaneidad, características esenciales de una persona libre. Trabajan largas horas sólo para unas migajas. Cuando para cubrir la mayoría de las necesidades básicas una persona es obligada a hipotecar todo a estos fríos opresores llamados Bancos y bajo esta responsabilidad financiera empiezan a mostrar signos de sumisión y servidumbre; si no pueden cubrir esta deuda van a la quiebra y acaban suicidándose o humillándose públicamente de la peor de las formas.
El estado y el capital para continuar su existencia fabrican hoy un sistema que sacrifica vidas humanas al altar del provecho.
Como ya he mencionado unos de los principales partners son los bancos, nada más que tiburones financieros que prestan a cambio de su arrodillamiento. Los bancos son los culpables directo e indirecto del saqueo del trabajo de un pueblo.
Tomando en consideración todo esto podemos entender a Maki en Brecht cuando dice «qué es el atraco a un banco en comparación con la fundación de un banco». También tomando en consideración mis acciones de resistencia, a nivel persona como externo. Todos los que me conocen personalmente saben que yo he hecho todo lo que podìa para determinar las condiciones y calidad de mi vida: poniendo en práctica mi rechazo al «trabajo» como unidad de producción masiva; como otra rueda del carruaje. Quería atacar la monstruosidad bancaria (aun si sabía de no poder dañarlo bastante). Eligiendo un camino de dignidad en mi vida, decidí a robar un banco. Considero esta acción, como muchos otros, revolucionaria.
En toda honestidad tengo que admitir que el destino del dinero que estaba a punto de tomar iba a ser mío. Pero al mismo tiempo como anarquista deseaba mostrar un aporte hacia las acciones para contribuir a las necesidades monetarias del movimiento. Lo que estoy diciendo no significa que cada anarquista debe ser un atracador de banco o que cada trabajador es un esclavo.
Empiezo a contar mi historia desde cuando estaba tumbado en el suelo, herido por las balas de la policía, y no pude escapar del caliente abrazo del estado. Pasando de todo, imagino que se trata de una imagen impresionante, pero al mismo tiempo ejemplar hacia quien quiera involucrarse potencialmente en acciones similares: una manada de cazadores en uniforme azul, yo la presa herida, rodeada y pateada amablemente diciendo «te hemos jodido!», o » no eres tan grande ahora, verdad hijo de puta?». Me pusieron las esposas por detrás a pesar de que no podía moverme ni respirar por las balas en mis pulmones, hígado y codo. Hablo de esto sin amargura, no hay lamento ni desilusión porque no me esperaba un trato mejor de mis enemigos. Además que a criminales menores que yo les reservan un trato peor.
Durante el tiempo que fuí atendido en el hospital General de Atenas, experimenté la violación de cualquier derecho humano. La primera vez que mis padres vinieron a visitarme, pusieron un policía armado entre nosotros, impidiendo la posibilidad de compartir un momento íntimo con mi familia; ni siquiera podía abrir la boca por todas las drogas que me habían puesto en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos).
Luego, desde las nieblas de dolor y drogas, comprendí que los policías, sin permiso del hospital, entraban en mi cuarto para vigilarme todo el rato.
Aquí quiero dar las gracias a toda la planta del hospital que cuidó de mí a pesar de las creencias políticas que tenían.
También por su resistencia frente la presión de las autoridades .
El jefe de la UCI me informó de mis derechos de rehusarme a firmar y de hablar dada mi condición. El también me ayudo mucho una vez que vino el conocido persecutor Diotis. El director de la UCI lo sacó del cuarto donde estaba diciéndole que él que no podía interrogarme, y al salir yo escuche a Diotas decirle «claro que tengo respeto por la condición de este chico, sino ya le habría tirado los tubos un poco y le habría subido la presión a más de 50».
Entonces entendí que si el personal del hospital no hubiera cuidado de mí ya me habría enfrentado a las famosas técnicas de Diotas, perpetradas en muchas interrogaciones del pasado.
Después de este incidente las condiciones de mi detención se deterioraron aún más. Me pusieron en un nuevo departamento donde siempre había dos policías civiles dentro de mi cuarto y dos armados afuera. Cada media hora otros entraban para monitorearme y había 5 o 6 otros policías en la sala de espera. Por esto no pude dormir en 3 o 4 días. Entonces hice una reclamación al director por el trato recibido; él me contestó que ahora era una preso y que ellos tenían la potestad sobre mi trato, para prevenir un intento de suicidio. Llegaron a falsificar el permiso de salida del doctor para trasladarme a la cárcel más rápido.
Hemos visto como la persecución intentó culpar otras personas del mismo crimen solo porque eran parte de la misma escena anarquista. Segundo el clásico escenario policial-periodista se fabricó la historia de una banda armada compuesta de 10-15 individuos anónimos (lo que permitía incluir a muchas más gente en el banco de los imputados); encima este grupo fue culpado de otros seis robos bancarios y de que el dinero servía para subvencionar grupos anarquistas. A final del cuento me encontré defendiéndome frente a la acusación de 7 robos, intento de asesinato y robo de dinero, todo bajo la ley antiterrorista.
Que el estado y sus perros tengan una téctica prefabricada para sacar culpables, para ensuciar la reputación en una parodia mediática no es nuevo.
Finalmente tengo una cosa que decir a todos aquellos que están planeando nuestro aniquilamiento físico, ético y político: no importa cuales tácticas sucias utilizáis; no importa cuándo nos cazaréis y encerraréis; nunca vais a destruirnos ni domesticarnos, porque es justo rebelarse, no nos quedaremos con la cabeza agachada ni sumisos.
Quiero dar gracias también a todos lo que muestran solidaridad conmigo, aún sabiendo que mi caso es muy difícil.
En la lucha
Compañeros.
Esta letra es mi primer intento para comunicar y comentar los eventos que pasaron y mi experiencia en relación al robo del Banco Nacional de Grecia, en el centro de Atenas el 16 de Enero 2006.
Antes de hablar acerca de los eventos actuales quiero decir algunas cosas con respeto a las motivaciones que estaban detrás la decisión de hacer esta acción y el significado que tienen para mí.
Considero que hoy en día la sociedad es como un carruaje en un camino predestinado a la deshumanización total.
Nosotros somos la fuerza motriz a través de la cual este carruaje se mueve: sus caballos, pasajeros y ruedas. El conductor tiene la cara cruel del capitalismo y su copiloto es el estado vago y sin cara. El camino del carro no está hecho de pétalos rosados sino de sangre y cadáveres; cuerpos de individuos y grupos que quisieron resistir y/o cambiar este camino frenético.
Ellos son muchos: insubordinados, rebeldes, izquierdistas, anti autoritarios y anarquistas; sus nombres llenan la historia de este viaje.
Me pongo entre las dos últimas categorías.
Pues, de acuerdo con mi conciencia y visión del mundo, lo que puedo discernir fácilmente es que esta sociedad depende únicamente de la violencia, la explotación y la opresión.
Una sociedad cuyo intento es la pérdida de la dignidad humana, en todos los sentidos y significados. Esto es algo que todos experimentamos cada día: forzados en la interacción con las instituciones estatales o en nuestros lugares de trabajo, donde nuestros jefes se aprovechan de nosotros.
Empleo y trabajo: palabras que significan realmente esclavitud y postración.
El trabajo y el valor añadido son los pilares de la economía actual mientras los individuos que la cargan y las circunstancias abajo la cual esto pasa confirman que la gente está tratada como producto gastable, como esclavos en la modernidad. Vemos obreros pudriéndose por las enfermedades derivadas de la exposición a sustancias toxicas; ellos mueren de una forma u otra en el templo que está construyendo por los capitalistas; pierden sus ganas, vidas y espontaneidad, características esenciales de una persona libre. Trabajan largas horas sólo para unas migajas. Cuando para cubrir la mayoría de las necesidades básicas una persona es obligada a hipotecar todo a estos fríos opresores llamados Bancos y bajo esta responsabilidad financiera empiezan a mostrar signos de sumisión y servidumbre; si no pueden cubrir esta deuda van a la quiebra y acaban suicidándose o humillándose públicamente de la peor de las formas.
El estado y el capital para continuar su existencia fabrican hoy un sistema que sacrifica vidas humanas al altar del provecho.
Como ya he mencionado unos de los principales partners son los bancos, nada más que tiburones financieros que prestan a cambio de su arrodillamiento. Los bancos son los culpables directo e indirecto del saqueo del trabajo de un pueblo.
Tomando en consideración todo esto podemos entender a Maki en Brecht cuando dice «qué es el atraco a un banco en comparación con la fundación de un banco». También tomando en consideración mis acciones de resistencia, a nivel persona como externo. Todos los que me conocen personalmente saben que yo he hecho todo lo que podìa para determinar las condiciones y calidad de mi vida: poniendo en práctica mi rechazo al «trabajo» como unidad de producción masiva; como otra rueda del carruaje. Quería atacar la monstruosidad bancaria (aun si sabía de no poder dañarlo bastante). Eligiendo un camino de dignidad en mi vida, decidí a robar un banco. Considero esta acción, como muchos otros, revolucionaria.
En toda honestidad tengo que admitir que el destino del dinero que estaba a punto de tomar iba a ser mío. Pero al mismo tiempo como anarquista deseaba mostrar un aporte hacia las acciones para contribuir a las necesidades monetarias del movimiento. Lo que estoy diciendo no significa que cada anarquista debe ser un atracador de banco o que cada trabajador es un esclavo.
Empiezo a contar mi historia desde cuando estaba tumbado en el suelo, herido por las balas de la policía, y no pude escapar del caliente abrazo del estado. Pasando de todo, imagino que se trata de una imagen impresionante, pero al mismo tiempo ejemplar hacia quien quiera involucrarse potencialmente en acciones similares: una manada de cazadores en uniforme azul, yo la presa herida, rodeada y pateada amablemente diciendo «te hemos jodido!», o » no eres tan grande ahora, verdad hijo de puta?». Me pusieron las esposas por detrás a pesar de que no podía moverme ni respirar por las balas en mis pulmones, hígado y codo. Hablo de esto sin amargura, no hay lamento ni desilusión porque no me esperaba un trato mejor de mis enemigos. Además que a criminales menores que yo les reservan un trato peor.
Durante el tiempo que fuí atendido en el hospital General de Atenas, experimenté la violación de cualquier derecho humano. La primera vez que mis padres vinieron a visitarme, pusieron un policía armado entre nosotros, impidiendo la posibilidad de compartir un momento íntimo con mi familia; ni siquiera podía abrir la boca por todas las drogas que me habían puesto en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos).
Luego, desde las nieblas de dolor y drogas, comprendí que los policías, sin permiso del hospital, entraban en mi cuarto para vigilarme todo el rato.
Aquí quiero dar las gracias a toda la planta del hospital que cuidó de mí a pesar de las creencias políticas que tenían.
También por su resistencia frente la presión de las autoridades .
El jefe de la UCI me informó de mis derechos de rehusarme a firmar y de hablar dada mi condición. El también me ayudo mucho una vez que vino el conocido persecutor Diotis. El director de la UCI lo sacó del cuarto donde estaba diciéndole que él que no podía interrogarme, y al salir yo escuche a Diotas decirle «claro que tengo respeto por la condición de este chico, sino ya le habría tirado los tubos un poco y le habría subido la presión a más de 50».
Entonces entendí que si el personal del hospital no hubiera cuidado de mí ya me habría enfrentado a las famosas técnicas de Diotas, perpetradas en muchas interrogaciones del pasado.
Después de este incidente las condiciones de mi detención se deterioraron aún más. Me pusieron en un nuevo departamento donde siempre había dos policías civiles dentro de mi cuarto y dos armados afuera. Cada media hora otros entraban para monitorearme y había 5 o 6 otros policías en la sala de espera. Por esto no pude dormir en 3 o 4 días. Entonces hice una reclamación al director por el trato recibido; él me contestó que ahora era una preso y que ellos tenían la potestad sobre mi trato, para prevenir un intento de suicidio. Llegaron a falsificar el permiso de salida del doctor para trasladarme a la cárcel más rápido.
Hemos visto como la persecución intentó culpar otras personas del mismo crimen solo porque eran parte de la misma escena anarquista. Segundo el clásico escenario policial-periodista se fabricó la historia de una banda armada compuesta de 10-15 individuos anónimos (lo que permitía incluir a muchas más gente en el banco de los imputados); encima este grupo fue culpado de otros seis robos bancarios y de que el dinero servía para subvencionar grupos anarquistas. A final del cuento me encontré defendiéndome frente a la acusación de 7 robos, intento de asesinato y robo de dinero, todo bajo la ley antiterrorista.
Que el estado y sus perros tengan una téctica prefabricada para sacar culpables, para ensuciar la reputación en una parodia mediática no es nuevo.
Finalmente tengo una cosa que decir a todos aquellos que están planeando nuestro aniquilamiento físico, ético y político: no importa cuales tácticas sucias utilizáis; no importa cuándo nos cazaréis y encerraréis; nunca vais a destruirnos ni domesticarnos, porque es justo rebelarse, no nos quedaremos con la cabeza agachada ni sumisos.
Quiero dar gracias también a todos lo que muestran solidaridad conmigo, aún sabiendo que mi caso es muy difícil.
En la lucha
Giannis Dimitrakis
prisión de Korydallos
5 junio 2006