Text from anarchist Yiannis Dimitrakis in regards to the prisoners’ solidarity fund

During the last period, the larger part of the society of this country is experiencing an inconceivable attack in its extent and intensity by the mechanisms of repression and exploitation of human life and toil. The new-order socioeconomic plans are commanding the complete leveling of labour, social and political conquests for which continuous and fierce struggles had taken place in the past decades. The forming of social consent for the unobstructed advent of the supranational economic elites is enforced now through the rationale of the stick- the illusion of the carrot having now come to an end- coming down on the backs of the people and of zero tolerance against anyone who resists.

Naturally the anarchist milieu could not but be a receiver of this attack, a milieu who, battling on the front line of the defensive-attack against the looting and blackmailing assaults made by the class enemies of society, is also counting its own painful losses: the confrontation between the comrade and fighter Lambros and the police forces which cost him his life; the very serious- and nearly deadly- injury of the comrade and fighter Simos from a cop’s bullet that cost him his freedom; the passing of comrades into a state of captivity in the hands of the State, as a result of their clashes against the modern economic and authoritarian system, which have increased dramatically.

This is why, at this moment, I could not but be in total agreement with the attempt, as I find it very important – amongst many other things of course-, for the creation of a stable foundation of solidarity, a support structure, which will have the sole purpose of covering the immediate basic needs of comrades who are incarcerated in the greek correctional facilities; the crematoriums. From the moment someone accepts that those who pass through the prison gates belong to the revolutionary camp, and embrace an ethical code which can be recognized within a historical continuance that is either in accordance to, or carries inside it, elements referring to the continuous war against the overlords, the dominators of this world, then he/she can correctly consider these individuals as his/her comrades who are in a difficult and vulnerable position, and are in need of every form of support and solidarity that exists.

We are all aware that, on the one hand, we have many prisoners, and on the other, that in recent years our milieu is experiencing an upward course in the attendance of people in every kind of event or action it carries out; then automatically, one would think that the economic needs of the prisoners should no longer be undertaken solely within the confines of groups of friends, individuals or small collectives and initiatives, but by the wide and broad movement which is now under way.

Let us present some simple calculations to see the theory in practice. If it is assumed that there are 30 comrades (the number is not realistic, it is purely hypothetical) at the moment in the hands of the State and each one needs a minimum amount of 500 euro per month to be able to live in a dignified manner within prison, then in order to cover their economic needs for a whole year the amount of 180.000 euro would have to be raised!

If one, two, ten or one hundred people take on the task of getting this sum together it appears as something very difficult or even impossible. If, however, this real economic need is taken on by 3.000 or 4.000 people then individual contributions verge on 45 to 60 euros!

So the question towards comrades outside the prison walls is: could a first step be made towards a common, collective, consensual and coordinated action in order to cover the imprisoned comrades’ economic needs in regards to their living expenses? Can a greece-wide action be set up with immediate tangible results?  Towards solving a very real problem can this milieu make a personal bet with its self where the minimum is required but the maximum will be contributed?

It is the age we live in which forces us to come together and act in common. It is the social clashes that are becoming more acute that demand the tightening of the cohesive bonds between us. It is the fearless gaze and the smile of our captured comrades that become also our own and must, even if just temporarily, grind the niches of our thought and character. Those comrades’ blood which has painted with honor and courage the struggle for social liberation, equality and justice, has marked indelibly the starting point from which those who struggle, in the present, and in the future, must attack again and again against the enemy’s hordes.

HONOUR TO THE FIGHTER LAMBROS FOUNDAS

SOLIDARITY TO THE WANTED COMRADES MARIOS SEISIDIS AND GRIGORIS TSIRONIS

FREEDOM TO SIMOS SEISIDIS AND ARIS SIRINIDIS

SOLIDARITY TO THOSE COMRADES LIVING IN A STATE OF ILLEGALITY AVOIDING THE SETUP WARRANTS OF THE PROSECUTING AUTHORITIES

FREEDOM FOR THOSE WHO HAVE ARMED THEIR INSURGENT CONSCIOUSNESS

FREEDOM TO THE CAPTIVES OF THE NEW CLASS WAR

FREEDOM TO ALL IN PRISON

With comradely greetings, Y. Dimitrakis

18/05/2010,

Domokos Prisons

Texto de Hristos Politis-Primeras reflexiones en torno de mi encarcelamiento

“Golpeen.
Gran es el precio del dolor.
No mostréis compasión ninguna.
Cada momento nos va a recordar qué es
Lo justo y lo injusto,
El ser humano y la bestia,
El crimen y el deber.”
Alexandros Panagoulis

Esta carta no es un posicionamiento político al respecto de la operación antiterrorista que empezó el 4 de diciembre de 2010, sino más bien primera interpretación política de mi encarcelamiento, de lo que significa y de los objetivos que se propone.
Es un hecho que estoy en cárcel justo por ser anarquista. Porque desde hace 15 años sigo siendo activo en ese sector político radical. Una lectura de sumario legal, pero también la cínica declaración del jefe de la Policía griega, el que dijo que me detuvieron justo porque fui dejado en libertad por el caso de Tribunal*, lo demuestran con toda claridad. Me encuentro encerrado por,-y lo estoy muy convencido-, nuestras reacciones después de la muerte de Christoforos Marinos en 1996, por las barricadas en frente de las universidades  en 1998, por demostraciones contra la guerra en 1999, por las protestas contra el cumbre de líderes europeos en Tesalónica en 2003, por las protestas estudiantiles de 2006-07, por nuestra solidaridad con las luchas de presos y en general la solidaridad con todos los presos que no agachan sus cabezas, por la revuelta del Diciembre, por…por…Sí, porque estuvimos presentes por todos lados, con nuestras fuerzas a veces grandes a veces pequeñas, allí donde nada parecía seguro y donde la entropía social otra y otra vez nos daba sentido a nuestras vidas y ímpetu a nuestras luchas.
El 4 de diciembre los policías de brigada Delta y de sección antiterrorista nos retuvieron a mí y a un amigo y compañero mío, Kostas Barlis, fuera de una cafetería en Eksarhia y nos llevaron a la Comisaria Central. Mi amigo fue soltado en libertad después de más o menos 16 horas. 26 horas después de la retención me fue entregado el orden de arresto. Y luego empezó la locura. Porque si durante el último periodo hemos visto toda una serie de casos de criminalización de las relaciones de amistad y de compañeros, en mi caso no son capaces de implorar siquiera algo parecido. Estoy en la cárcel por un caso en el cual ni siquiera conozco a los otros acusados. Ningún testigo me ha reconocido, ningún policía sostiene que yo tuviese algún encuentro con cualquiera de los otros acusados, en ninguna de las grabaciones de escuchas de llamadas telefónicas realizadas entre los otros acusados fue mencionado mi nombre, y en lo que se refiere al registro que hicieron de mi casa, único que vale la pena mencionar es que robaron a mi maquinita de afeitar, por tanto la prueba de mi ADN (tengo que señalar que esa no aparece en la lista de cosas confiscadas). No obstante, según la sección antiterrorista la primera prueba “incriminatoria” es el hecho que por la tarde del 24 de noviembre me vieron en Pireas, en una calle paralela a la calle Praksitelous. ¿Y que si en la calle Iroon Politehniou, pues tres cuadras de Praksitelous está el despacho de mi abogado? ¿Y que si esa tarde, así un par de días antes de presentarme ante la jueza de instrucción, me pasé por allí? La segunda prueba “inquebrantable” es que me bebí una bebida en Eksarhia, en el barrio en que cada día me estoy cruzando con decenas de personas, y lo bebí con “un hombre desconocido” que, según la sección antiterrorista, un poco antes ha comido souvlaki en compañía de uno de los otros acusados. Que cada uno saque sus conclusiones. Naturalmente, durante toda esta semana que pasé en la planta antiterrorista, estaba aislado en una celda 1 por 3 metros sin ventana y con la luz siempre encendida. Luego llegó la, decida con anterioridad, decisión de ponerme en la cárcel preventiva y, desde luego, en esa de Grevena. La cárcel de Grevena es de alta seguridad, destinada a gente con condenas largas y no a los en espera del juicio, además está a 500 km de Atenas, lo que hace cualquier comunicación con amigos, compañeros, familiares y abogados casi imposible.
Los dos casos penales en contra de mi persona, ambos con cargos graves y abiertos dentro de apenas dos semanas, no tienen porque confundir y ser considerados solamente como un continuo intento de meterme en el régimen de un sofocante control. Al contrario: todo ese escenario exterminador está en el corazón de la moderna política represiva. En el corazón de un proyecto llevado en muchos niveles, un proyecto que tiene como objetivo intimidar y disciplinar a los nuevos “sectores peligrosos” y eliminar a cada enemigo político del régimen. Es decir, pretende a mostrar los proyectos de espontaneidad, de acción directa, de solidaridad y de lucha por recuperación de la vida como inútiles, como algo en vano. Además, intenta socavar al potencial anarquista y antiautoritario de los procesos sociales. Para que los hechos como la recién huelga general de 15 de diciembre y protestas combativas que la acompañaron duren un solo día, para subestimar la resistencia y desdeñar a los que luchan, para que Keratea sea nada más que “una zona un poco fuera de Atenas”, para que el Diciembre sea olvidado y luego simplemente festejado como los aniversarios de Politécnica. Y para establecer el reino de la muerte y del orden, para imponer como victorioso el ataque del mundo capitalista, se tiene que multiplicar el número de los que están en punto de mira del régimen. El espectro penal sea ampliado y los conceptos legales se hincharán teniendo ya como su carácter fijo una intencionada imprecisión y vaguedad. Perderán el último trazo de su importancia o quizás más bien se llenarán totalmente de significado, cuando sea declarado el estado de excepción. Sin escrúpulos, los jueces de instrucción y fiscales, continuamente muestran que su única preocupación es golpear al enemigo interno. Y después vendrá el turno de la monotonía de las instituciones penitenciarias y la limpia y cruda violencia del encierro.
Los montajes judiciales y persecuciones penales tendenciosas que están basadas en los guiones y las obsesiones de la sección antiterrorista se parecen a bombas de dispersión. Tienen como objetivo golpear a un gran radio en su alrededor, destruir un terreno más amplio. Ese caso penal no tiene que ver solo con mi persona. Quiere asustar a todos. Para que tuviéramos cuidado con quien hablamos. Con quien pegamos carteles. Con quien sacamos publicaciones. A lado de quien marchamos en las manifestaciones. Con quien conversamos y intercambiamos opiniones en las charlas. Y, naturalmente, qué lugares frecuentamos. Todo eso para empapar a nuestra cotidianidad con desconfianza y miedo. Los empleados de la Triada (FMI, Comisión Europea y Banco Europeo Central) nos ofrecen generosamente la fija “coartada” de obediencia, una provisional seguridad y la falsa certidumbre de la sumisión. Porque quien va a cuestionar, sin hacerse totalmente ridículo, que si hubiéramos sido satisfechos con ya muy poco, si hubiéramos sido anarquistas solo hasta edad de 18 años, si nos hubiéramos sentido “aliviados” después de firmar la memorándum, si hubiéramos odiado a los inmigrantes, si nos hubiéramos indignado con los encapuchados, si hubiéramos tenido miedo a los “terroristas , pues entonces ninguna de “las consecuencias de la represión” tuviese lugar, ni en mi caso ni en muchos otros casos de los que resisten…
Pero la lucha no va a retroceder. El régimen y sus diferentes dignitarios no van a sentir ni alegría ni alivio. Nosotros estamos a lado de los anarquistas presos, a lado de los presos en lucha. Hasta su liberación. Continuamente contribuimos a la formación, teorética y organizativa, de nuestra clase y desarrollamos el necesario planteamiento estratégico para lograr su victoria.
Levantémonos. Y haremos un piso adelante. Por el contraataque social y de clase. Por el asalto proletario al cielo.

Postdata. Como me lo dijo una vez un buen compañero: “Paciencia. Fuerza. Fe en la Causa. Tenemos razón. Eso es.” Estas palabras serán mi guía en esos, realmente difíciles, momentos.

Christos Politis
Cárcel de Grevena
16 de diciembre de 2010

*Al mediodía del 22 de mayo de 2008, cuando me dirigía a recoger mi motocicleta aparcada cerca de la estación del metro “Panormou”, me retuvieron y llevaron a la Comisaría Central, y una vez allí me hicieron varias preguntas sobre dónde estaba la noche anterior. A cabo de algunas horas me dejaron ir. La noche anterior se realizó un ataque incendiario contra los vehículos estacionados dentro del recinto del Tribunal de Apelaciones de Atenas. A partir de esta fecha empezaron de aparecer artículos en la prensa basados en guiones policiales, que me correlacionaban al inicio con ese incendio y luego me iban presentando como “alguien que pertenece a varias organizaciones y tomó parte en varios ataques”, además muchas veces atribuyéndome un “papel importante”. Desde luego en noviembre de 2010, llegaron hasta al punto de afirmar en la TV que se emitió el orden de mi captura, algo que no ocurrió en realidad. Al mismo tiempo, durante largos periodos estaba bajo evidente seguimiento policial. Como culminación, a cabo de 2 años y media fui citado para declarar como acusado en el caso de Tribunal. Efectivamente, el 2 de diciembre de 2010 me presenté ante la Jueza de Instrucción, la cual me dejó libre (¡por 2 días!).