Por la madrugada de miércoles de 13 de octubre, mientras que estaba huyendo del aparcamiento de DEI después de prender fuego a algunos coches de dicha empresa, me encontré rodeado por policías secretos. A continuación fui esposado por detrás y llevado a un vehículo oficial de policía, en espera, como dijeron, para que se extiendan las llamas y luego trasladarme al Central de Policía.
El momento de mi arresto resulto de ser a la vez el inicio de una duradera guerra psicológica que se desarrolló luego, las conocidas tácticas policiales de gestionar tales situaciones incluidas. La gama fue grande: desde estúpidos consejos “como de hermano al hermano” y comentarios al estilo “vosotros nos veis como enemigos, nosotros no lo vemos así” hasta los insultos y descripciones humillantes dirigidos a mi y sobre otros compañeros. Desde unas preguntas amistosas en espacios cómodos y ofertas de naranjada, hasta las largas horas de interrogaciones amenazadoras mientras que intentaban romper y ofender a mi dignidad como persona. Desde los registros de casas hasta las órdenes de busca y captura que tienen como objetivo criminalizar a un amplio círculo de mis amigos y compañeros. Todo esto a la luz de una nueva y más evolucionada política antiterrorista.
Ahora me encuentro encerrado en la cárcel de Avlona. A la condición ésta la percibo no tanto como la de un preso perseguido por sus actos, sino como la de un prisionero de guerra tomado rehén por el enemigo. Estoy en un lugar de aislamiento, el papel de cual es controlar y marginalizar cada elemento que constituye un peligro y amenaza para los planes del régimen, cada elemento que rompe con los marcos de legalidad, reconciliación y sumisión, cada elemento que disturbe la normalidad de flujo social y no se conforme a sus reglas. Cualquier elemento que no es productivo para el tejido social, que no se adapte correctamente al funcionamiento que le fue designado de ejercer bajo el dogma del “seguridad y orden”, y que no contribuye a la promoción y mantenimiento de ese estilo de vida tan ridículo y vejatorio. Al fin y al cabo se trata de cada uno que lucha, que se organiza, que ataca y tiene como objetivo hacer destacar la guerra revolucionaria que viene para perturbar los cimientos del mundo capitalista moderno.
Yo también estoy por ésta guerra revolucionaria, por un polimórfico proceso y desarrollo revolucionario, los requisitos principales de cual son: el rechazo de lo existente, la consciencia revolucionaria y la urgencia por la acción que tiene como objetivo una ruptura total y destrucción de cada sistema, relación y moral que oprimen a la persona libre. Ya reconocí lo que me va a costar mi decisión y me siento preparado para enfrentarlo.
Por estas razones tomo la responsabilidad por el ataque incendiario realizado en el aparcamiento de DEI en la esquina de calles Megalou Aleksandrou con Edison en Tesalónica. Con este ataque quiero demostrar un aspecto más del enemigo, una parte más de su máquina estatal.
SOLIDARIDAD CON LOS 4 COMPAÑEROS ACUSADOS DE LA MISMA ACCIÓN
Skouloudis Giannis
carcel de Avlonas
5/11/2010